5 Verdades que Aniquilan la Vergüenza sobre, "la Redención de Dios a nuestras vidas"
Él es nuestro Padre. Nuestro Salvador. Nuestro Amigo y Nuestro Consuelo. Él es nuestro Protector y Nuestro Dador de Fuerza. Cada una de Sus cualidades es vital y hermosa, pero en los momentos más difíciles, “Dios Redentor” es quien más me ha conmovido.
En la Biblia, la redención es el acto de ser salvo del pecado y la cautividad mediante la muerte de Jesús. Él pagó el rescate para liberarnos de la esclavitud del pecado y la muerte, recuperando lo perdido: su pueblo.
1. Dios redime lo que era suyo desde el principio.
Según (Efesios 1:4-6), Dios tenía un plan para nuestras vidas desde antes del principio de los tiempos. A la luz de esa verdad, podemos asumir que Él conocía cada error y cada equivocación que cometeríamos. Conocía los momentos exactos de nuestra historia y las partes de nuestro corazón que necesitaban redención, y aún nos llama su "obra maestra".
2. Necesitamos participar voluntariamente en nuestra historia de redención.
Antes de experimentar la redención, necesitamos conocer y confiar en el redentor. Si no creemos merecer la gracia, la misericordia y la bondad de Dios a partir de una relación cercana y personal con él, será menos probable que pidamos o recibamos su ayuda.
3. No hay historia que Dios no pueda restaurar ni redimir.
A menudo, la vergüenza y el autodesprecio nos hacen creer la mentira de que esta vez, de esta manera, hemos agotado todas nuestras oportunidades. Hemos cometido el mismo error una vez más, hemos desobedecido una vez más y nos hemos metido en problemas demasiadas veces. Dios no puede compadecerse de nosotros ni rescatarnos esta vez. (Romanos 3:23).
4. Ser redimido no es algo de una sola vez.
Cuando la mayoría de nosotros pensamos en la palabra "redención", pensamos en una liberación única. En la iglesia solemos escuchar frases como "hemos sido redimidos por el poder de la sangre", refiriéndose a nuestra salvación. Sí, Dios redime nuestras vidas desde el momento en que le entregamos nuestro corazón, pero también continúa redimiéndonos cuando tropezamos o caemos porque aún no estamos en el cielo.
La santificación es un proceso; según (1 Corintios 13), el amor de Dios es paciente y bondadoso.
5. Nuestra redención glorifica a Dios.
Cuando Dios nos rescata del abismo de nuestra inmundicia, miseria y autodestrucción, recibimos un regalo. Podemos vivir el resto de nuestros días con una profunda gratitud y alegría que nunca habríamos experimentado sin desviarnos drásticamente del camino. No pretendo que glorifiquemos nuestros fracasos morales pasados, pero si tu historia es similar, es hora de recuperar la voz y celebrar.
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